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Borges: entre El Aleph y las mujeres

por María Chamosa

La pasión de sus escritos suele ser incuestionable, sin embargo se ha llegado a decir incluso que el escritor más importante de Argentina murió virgen.

Mucho se ha especulado sobre la poca importancia que tuvo el erotismo, tanto en la obra literaria, como en la vida privada de Jorge Luis Borges. La pasión de sus escritos suele ser incuestionable, sin embargo se ha llegado a decir incluso que el escritor más importante de Argentina murió virgen.

Ciudadano del mundo, como él mismo se definía, Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo nació el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires Argentina, y abandonó el mundo terrenal en Ginebra el 14 de junio de 1986. Genio prematuro de las letras, escribió su primer cuento de demostrada calidad a los 7 años; en 1923, publicó “Fervor de Buenos Aires”, su primer libro de poemas.

Reconocido por su profunda erudición, y su fascinación por los misterios de la metafísica, el lenguaje y la filosofía, en su obra recurrió a diversos géneros literarios, a través de los cuales conformó una significativa muestra de la Literatura Fantástica Latinoamericana. Entre sus obras más trascendentes se encuentra “El Aleph”, libro de cuentos, publicado por primera vez en 1949, conformado por 17 cuentos, entre los que destaca el que dio nombre al propio volumen.

“El Aleph” relata cómo después de una serie de visitas recurrentes del protagonista del texto (que resulta ser un Borges ficcional) a la casa de una antigua amada difunta (Beatriz Viterbo), y por una sucesión de hechos aparentemente inofensivos, es testigo de una revelación de inmanencia visual a través de una pequeña esfera de cristal de unos 3 centímetros que concede, a quien logra percibirla, la visión simultanea de todo cuanto ocurre en todos los lugares de la Tierra. Así, la obsesión del Borges ficcional por la memoria de Beatriz Viterbo, como eje conductor, se convierte en pretexto para reflexionar sobre “uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos”; puesto que “todos los lugares de la Tierra están en el Aleph”.

Estela Canto, joven traductora 16 años menor que él, fue la afortunada a la que Jorge Luis Borges dedicó “El Aleph”. Perdidamente enamorado de Estela, Borges le propuso matrimonio, a lo que ella rehusó, en parte porque la madre del escritor la desdeñaba por su personalidad liberal. Años después sería ella quien lo buscaría para reconquistar su corazón, pero él ya no estaba interesado y quedaron sólo como amigos. Debido a problemas económicos, en 1984 Estela vendió el manuscrito en una subasta, lo que se decía que el propio Borges vio con buenos ojos.

Aparentemente convencido por su madre, Jorge Luis se casó con Elsa Helena Astete, una antigua novia de la juventud, la unión duraría tan solo 4 años. Mujeres hubo muchas en el corazón del escritor, sin embargo la última fue María Kodama. Varias décadas más joven que él, María fue su secretaria y lazarillo ante su absoluta ceguera, hasta que se convirtió en su esposa poco antes de que él muriera. Esta relación ha sido también causal de polémica, por un lado se hace referencia a la afinidad y gran amor entre la pareja, y por el otro se le ha llegado a nombrar “la Yoko Ono argentina” o la “despiadada viuda de Borges”, pues se le acusa de haberlo convencido de olvidar familia y amigos para dejarla a ella como única heredera de todos sus bienes.

Independientemente de las piezas que los biógrafos han logrado reunir en el rompecabezas de la vida erótico-sentimental del escritor, al parecer a Borges le interesaba más explorar los misterios infinitos de la vida para plasmarlos en sus escritos, que rastrear a lo largo de cuerpos finitos que inevitablemente le llevarían a una suerte de caducidad prematura. Sin embargo, todo cuanto se ha dicho sobre su vida sexual es mera especulación, figuraciones necias que bien podrían quedarse cortas ante la omnipresencia del Aleph. Si bien tradicionalmente las necesidades carnales exigen “estar” en un solo lugar a la vez, después de haber percibido el Aleph en aquel escalón número 19, el Borges ficcional, a la vez que el Borges carnal, podría haber descubierto el secreto para estar en todos los lugares de la Tierra, y con todas sus mujeres, de manera simultánea.

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