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Diablero, un infierno que no termina de calentar

por Alejandro Herrera

La más reciente apuesta de Netflix, Diablero, producción mexicana que desde hace unas semanas circula en la plataforma de streaming, se suma a la oferta de series nacionales que buscan destacar en el concurrido catálogo de la misma. Sin embargo, la propuesta de José Manuel Cravioto y Rigoberto Castañeda, protagonizada por Horacio García Rojas, Giselle Kuri, Christopher Uckermann y Fátima Molina, posee varios altibajos que la dejan en franca desventaja respecto a obras de similar manufactura.

Diablero narra la historia de Elvis Infante (García Rojas) Un cazador de demonios que se involucra en la búsqueda de la hija, hasta entonces desconocida, del padre Ramiro Ventura (Uckermann) que ha desaparecido en circunstancias extrañas. De ahí, se desata una vorágine de situaciones que involucran posesiones, conspiraciones eclesiásticas, hechicería con tintes prehispánicos, muy forzados, eso sí, y bastante humor involuntario, todo ello cobijado por una Ciudad de México que muestra una faceta marginal, todo graffitti y construcciones a punto de derrumbarse.

Esta adaptación de la novela de Francisco Haghenbeck “El diablo me obligó” falla precisamente al no encontrar su punto medio, no se sabe si el espectador se encuentra ante una farsa al estilo de cintas como “Pastorela” de Emilio Portes o ante un producto que pretendía ser algo serio pero que, por un guion poco consistente, plagado de clichés, pasa rápidamente del drama al absurdo.

El cuerpo actoral hace un buen trabajo tratando de salvar aquellos momentos en los que la trama se tambalea, Horacio García Rojas sostiene bien su papel y se hubiera visto excelente si la caracterización de su personaje fuera fiel a la descripción que se hace en el libro. Giselle Kuri hace lo propio, sobre todo en aquellos momentos donde se transforma en una poseída infernal y Uckermann pone todo su empeño en hacer creíbles los diálogos inverosímiles que el equipo de escritores puso en su boca.

Resultan comprensibles las complicaciones que conlleva llevar una obra literaria a la pantalla, sin embargo, Diablero respeta muy poco el texto original para decantarse por una versión que recuerda a Preacher, la serie de AMC basada en el cómic de Garth Ennis y Steve Dillon o a Constantine, la cinta protagonizada por Keanu Reeves en 2005.

Aun así, la serie falla por insistir en un localismo “chilango” que busca lo extravagante y los lugares comunes y pierde profundidad en el desarrollo de unos personajes que daban para mucho más.

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