Siempre pensé que iba a estar aquí, me hubiera gustado llegar más lejos pero me gusta estar cerca de la gente, no me gusta la actitud de las bandas mainstream que están demasiado separadas del público, comentó en conferencia de prensa Kenny Powell, fundador de la agrupación estadounidense Omen, previo a su presentación en el Foro Moctezuma de la Ciudad de México, y es verdad; puedes encontrarte a Powell en la fila del Seven-Eleven o fumarte un cigarrillo con él afuera del hotel donde se hospeda junto con sus compañeros, para comenzar la pequeña gira que realizarán en México, puedes abusar de las selfies e incluso puedes importunarlo al tratar de expresarle tu admiración con una pronunciación que haría palidecer al mismísimo presidente o a Joaquín López Dóriga, no importa, el músico de 62 años te corresponderá con una sonrisa.
Tal vez debería tratarse siempre de eso, de la humildad, de reconocer que son los seguidores los que hacen a una banda, los que la encumbran o la olvidan, o tal vez, al no haber alcanzado el estatus de sus contemporáneos, Omen ve en cada uno de los asistentes a sus conciertos un tesoro invaluable. 7 meses después de haber engalanado el recinto de Emilio Carranza No. 22, Powell, ahora con su hijo Greg en las voces, Roger Sisson en el bajo y Reece Stanley en la batería, regresan para encontrarse con una concurrencia reducida pero fiel, a la cual le entregan todo.
Alrededor de las 7:30 de la noche la banda local The Ripper comienza a calentar los ánimos, el volumen demasiado saturado impide entender del todo lo que tocan, en el escenario hay energía, actitud, agradecimiento para los que se acercaron a la tarima con el afán de apoyarlos, de acompañarlos en la difícil tarea de abrir un concierto, una producción sobria que incluye calaveras y estoperoles, en los cuales el intermitente juego de luces, que oscilan entre rojo y azul, se refleja creando una atmósfera sórdida con la cual se nos recuerda que estamos ahí para escuchar rock y heavy metal. Viene Disaster Machine, el sonido mejora, la pista comienza a alojar más personas entre fotógrafos, músicos y uno que otro curioso que agita la cabeza al ritmo de la propuesta hardrockera de esta agrupación que hiciera la presentacion de su disco el pasado julio en el Gato Calavera.
Los miembros de Disaster Machine, brincan, gritan, beben cerveza, se quitan la playera, tratando de hacernos olvidar que es miércoles y que no debemos caer en el embrujo de la bacanal que se nos presenta tentadora, porque la semana todavía no termina y hay que hacer durar la quincena. Solarian nos receta su metal progresivo de buena manufactura, pero ya casi son las 10 de la noche y comienza a respirarse cierto tufo de impaciencia, todos los elementos del género están presentes, solos grandilocuentes y largos, reminiscencias a Jordan Rudess y hasta una flauta para que no olvidemos que fue Ian Anderson y no Jonh Petrucci, uno de los tantos padres fundadores de las armonías intrincadas y la parafernalia del rock “culto”.
De repente, como en el génesis, hay oscuridad y cuando las luces regresan a la tarima del Moctezuma, Omen hace estallar la cabeza de sus fans quienes esperaron pacientemente su arribo, Kenny Powell es una bomba y domina la escena desde el principio, es un viejo lobo de mar que sabe como regalar un buen espectáculo, Roger Sisson es más reservado y se concreta a hacer su trabajo, Reece toca con precisión quirúrgica, la voz de Greg no es la de Kevin Goocher, ni mucho menos la de J. D. Kimball fallecido en 2003, pero cumple; allí están los himnos que cayeran en comparaciones con el Iron Maiden de Di Anno hace mucho tiempo atrás, The Axeman, Dragon´s Breath, Battle Cry, Hammer Damage; la dupla conformada por padre e hijo camina por la pasarela del Foro y encaran la embestida de teléfonos móviles, cámaras de video y fotográficas que buscan inmortalizar la experiencia. El setlist es corto, Kenny Powell se hace cargar en brazos de una pequeña comitiva y se despide pero no se va del todo, el concierto ha concluido pero hay espacio para la convivencia, para las instantáneas apresuradas, para los abrazos y para los agradecimientos que el líder de la banda, cuyo primer trabajo discográfico viera la luz en 1984, hace de manera personalizada, Omen deja el Foro Moctezuma para visitar Monterrey, San Luis Potosí, Tampico y Querétaro y tal vez no volvamos a estar tan cerca de ellos, se rumora una presentación en el Hell & Heaven pero no hay nada confirmado, aunque si queda clara una cosa, los gritos de batalla de los californianos todavía tienen mucho estruendo por hacer.