El doctor Max Ortiz Catalán desarrolló una teoría para explicar el dolor del miembro fantasma, presentado en caso de amputación.
Los circuitos asociados al control de una extremidad son extensos y cuando una persona la pierde, todos estos se quedan sin trabajo abruptamente, pero las neuronas no pueden quedar inactivas por completo
CIUDAD DE MÉXICO.- Una nueva teoría que explicaría el dolor del miembro fantasma en las personas con extremidades amputadas fue planteada por el doctor Max Ortiz Catalán, quien describió cómo los patrones de actividad neuronal se modifican cuando una persona ya no cuenta con una extremidad.
Los resultados de este proyecto de investigación, que se desprendieron de un trabajo previo a través del cual desarrolló un innovador tratamiento para el dolor del miembro fantasma con base en inteligencia artificial y realidad aumentada, fueron publicados en la revista Frontiers in Neurology a través del artículo The Stochastic Entanglement and Phantom Motor Execution Hypotheses: A Theorical Framework for de Origin and Treatmente of Phantom Limb Pain.
La teoría descrita en el texto señala que a nivel neuronal se genera un enredo estocástico —que se da de manera aleatoria— entre la neuroespecificidad del dolor y el circuito sensoriomotor deteriorado, es decir, algunas neuronas encargadas del movimiento de la extremidad amputada se activan al mismo tiempo que algunas neuronas responsables del dolor y se genera una conexión entre ellas que da origen al dolor del miembro fantasma. Asimismo, el texto plantea que esas conexiones pueden ser revertidas disminuyendo así la dolencia.
La Agencia Informativa Conacyt entrevistó al doctor en ingeniería biomédica Max Ortiz Catalán, quien actualmente se desempeña como profesor asociado de la Universidad Chalmers, en Suecia, quien explicó que el cerebro tiene partes dedicadas a la generación de sensaciones y control motriz; existen redes neuronales centrales y periféricas que se encargan de transmitir esas sensaciones y procesar lo que sucede.
“Los circuitos asociados al control de una extremidad son extensos y cuando una persona la pierde, todos estos se quedan sin trabajo abruptamente, pero las neuronas no pueden quedar inactivas por completo de un momento a otro, esporádicamente dispararán alguna señal, es decir, se activan las redes de la extremidad perdida y si esto ocurre al mismo tiempo que se activan las neuronas responsables de la sensación del dolor, se puede generar una conexión entre ambas”.
A estas conexiones, el ingeniero biomédico las describió como una reorganización del mapa de actividad neuronal, cuya distribución cambia después de la amputación en aquellos pacientes que experimentan el dolor del miembro fantasma, mientras que las personas que no tienen esa sensación mantienen la actividad original.
“En una persona sana, el área que se dedica al control y sensaciones de la mano es siempre la misma, mientras que en algunos pacientes con amputaciones se percibe una redistribución de la actividad eléctrica en las áreas vecinas al control del muñón o los labios —también cercanas a la del control de la mano— porque esas redes de control neuronal comienzan a tomar los recursos que la pérdida de la extremidad dejó sin utilidad”.
El investigador precisó que su teoría está basada en hallazgos a la fecha, pero son necesarios más experimentos para validarla, o incluso descartarla, y para ello ampliará el trabajo que realiza para tratar el dolor de miembros fantasma a través de la tecnología que desarrolló hace un par de años.
“Comenzamos ya una prueba clínica, de carácter internacional y controlada, en la cual participan 10 hospitales de ocho países; se trata de la prueba clínica más grande que se ha hecho en dolor del miembro fantasma a nivel mundial”.
Los 70 pacientes involucrados son tratados con la tecnología desarrollada y son observados y analizados a través de resonancia magnética y electroencefalogramas para ver si las predicciones de la teoría planteada —distribución del mapa de actividad neuronal— se cumplen en los pacientes con dolor y los que no lo tienen (Con información de la Agencia Informativa Conacyt y de Armando Bonilla).