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La Castañeda, una historia de locura, arquitectura y modernidad

por Alejandro Herrera

Ubicado sobre Periférico Sur, en Lomas de Plateros, Delegación Álvaro Obregón, se encuentra un proyecto arquitectónico cuyo diseño, a cargo de Abraham Zabludowsky y Teodoro González de León, comenzó a desarrollarse en 1969.

Se trata de 16 edificios de 11 pisos cada uno, basados en los postulados funcionalistas, que buscaban mayor eficiencia a menor costo.

Inaugurado oficialmente en 1972, el conjunto alberga en su interior una escultura de Mathias Goeritz, quien junto a Luis Barragán fuera  responsable de las Torres de Satélite, y otra de Jorge DuBon, arquitecto franco mexicano nacido en Chiapas.

En sus departamentos, cuya impecable distribución les permite tener 3 recámaras, un cuarto de servicio, 2 baños, sala y comedor, han habitado personalidades como el escritor Rafael Bernal, autor del Complot Mongol, Joaquín Capilla, clavadista considerado el máximo medallista olímpico mexicano, el ex-rector de la UNAM José Sarukhán, Alberto Ángel “El Cuervo”, cantante, entre otros.

Sin embargo, las Torres de Mixcoac, como se le conoce a esta unidad habitacional, se encuentra asentada sobre lo que fue el Manicomio General de La Castañeda, obra inaugurada el 1 de septiembre de 1910 como parte de los festejos del centenario de la Independencia.

Con la imponente construcción, cuyo proyecto tardó 24 años en materializarse, se pretendía mostrar el avance de la nación mexicana hacia la modernidad, pues, como apunta Cristina Rivera Garza, escritora y catedrática, autora del libro La Castañeda: Narrativas Dolientes desde el Manicomio General, esta obra representaba un propósito “…que daba énfasis a la producción de conocimiento científico y a la reproducción de las jerarquías sociales existentes”.

Los estudios de psiquiatría en México, a pesar de que las instituciones mentales databan del periodo colonial, no estaban completamente desarrollados en el país.

A los interesados en la materia les preocupaba ponerse al corriente sobre las clasificaciones, tratamientos y estándares que regían las prácticas en Europa.

Por ello, al percatarse de las crecientes inclinaciones académicas hacia esta disciplina, Miguel Alvarado, director del Hospital Divino Salvador, decidió dictar, en 1887, una clase en la Escuela Superior de Medicina con la cual se daría inicio a la profesión psiquiátrica durante el porfiriato.

Más tarde, en 1896, un grupo de expertos constituyó el primer comité que pugnaría por la construcción de un instituto dedicado al estudio y tratamiento de los trastornos mentales, pero también impulsarían la idea de que este debía encontrarse a las afueras de la ciudad para, como también refiere Rivera Garza, “…crear una división entre el mundo de la razón y el mundo de la locura, con lo cual se evitaba la confusión y la posibilidad de contagio”.

De hacienda pulquera a hospital psiquiátrico

La Hacienda de la Castañeda, propiedad de Ignacio Torres Adalid, conocido como “El Rey del Pulque”, fue el predio adquirido por el gobierno para erigir el que después sería conocido como “Palacio de la locura”.

Propiedad de Bartolomé Franco en 1639 y originalmente conocida como Hacienda Xalquenco, las tierras pasaron a ser de Francisco González de Castañeda y de María Candelaria Gallegos.

Después de ser vendido a 3 dueños más, el terreno fue adquirido por los marqueses de Selvanevada junto con las haciendas de Santa Cruz Atoyac y Santo Tomás en 1809, hasta que la familia Torres Adalid lo adquirió por 28 mil 200 pesos.

Fue en 1908, con el diseño de Salvador Echegaray y bajo la supervisión del ingeniero Porfirio Díaz, hijo del entonces presidente, que el Manicomio General comenzó a edificarse. Su costo total fue de un millón 783 mil 337 pesos y en su superficie, de 147 mil metros cuadrados, existían 25 edificios para albergar cerca de 1200 pacientes que se distribuían en distintos pabellones de acuerdo a su estatus económico.

Así, los enfermos de primera clase eran destinados al Pabellón de los distinguidos, los de segunda y tercera, al igual que los indigentes, se remitían al Pabellón de observación, los violentos, impulsivos o los presos cuya seguridad no se podía garantizar, iban a parar al Pabellón de los peligrosos y los marginados. Los pobres, los homosexuales, las prostitutas y los enfermos venéreos, eran insertados en los pabellones para los epilépticos, los imbéciles y los infecciosos, las categorías más bajas con las cuales se referían a los internos del hospital.

La población de La Castañeda, después del surgimiento del movimiento revolucionario, aumentó de forma desmedida, derivando en prácticas que se alejaban completamente de su propósito original.

La prensa dio a conocer historias de maltrato, abandono y de tratamientos agresivos, como los electroshocks, con lo cual se pusieron en evidencia las deficiencias de aquel sistema, del cual surgieron horrorosos testimonios, que nada tenían que ver con la perspectiva optimista de quienes creían en las instituciones psiquiátricas como una forma de establecer cierto nivel de equilibrio social.

En 1965 se impulsó la “Operación Castañeda” con la que la Secretaría de Salubridad y Asistencia ordenó el cierre final del Manicomio, para crear una serie de hospitales que lo reemplazarían.

Según el archivo histórico de la Secretaría de Salud, La Castañeda albergó cerca de 61 mil 480 pacientes durante sus 58 años de existencia. El 27 de junio de 1968 la institución fue demolida, salvo la fachada, que fue adquirida por el empresario Arturo Quintana Arioja, dueño de AQ Industrial y artífice de la carpintería del Museo Nacional de Antropología, de la Basílica de Guadalupe y de la estructura de la Montaña Rusa de Chapultepec.

La construcción fue trasladada piedra por piedra a Amecameca, gracias al trabajo del ingeniero Emmanuel Lugo, y se restauró en un terreno de 12 hectáreas ubicado en el Paso de Cortés, en una cañada ubicada al costado sur del Iztaccíhuatl, para convertirse en el exterior de una casa de descanso.

Cuando Arturo Quintana Arioja falleció, el 12 de enero de 1986, su esposa, Mercedes Peñafiel, donó la propiedad a los Legionarios de Cristo, quienes actualmente la utilizan para retiros y otras actividades de la asociación y también la rentan como locación para la filmación de videoclips o de producciones televisivas, como en el caso de “El hotel de los secretos”, adaptación de la serie española “Gran Hotel”.

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1 Comentario

Elizabeth Ka 29 abril, 2022 - 8:48 pm

Excelente reseña de la historia de la Castañeda! Gracias.

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