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Mitla: centro ceremonial de culto prehispánico a los muertos

por Redacción
  • Mitla fue una ciudad sagrada donde el culto a los muertos fue fundamental.
  • Mitla es una palabra formada por dos vocablos náhuatl: miqui que significa muerte y tlan, lugar

CIUDAD DE MÉXICO.- Día de Muertos es una de las celebraciones prehispánicas más importantes de México que resistió la Conquista, los siglos y se mantiene en la actualidad, pese a la globalización. Ejemplo claro de esto el centro ceremonial Mitla.

El arqueólogo Leobardo Daniel Pacheco Arias, director de la zona arqueológica de Mitla, en entrevista para la Agencia Informativa del Conacyt, explicó que a lo largo de Mesoamérica, el culto a los muertos fue fundamental, inclusive se crearon ciudades sagradas para la veneración, entre ellas Mitla, un centro ceremonial enclavado en las faldas de la Sierra Norte de Oaxaca, habitado por la más alta jerarquía religiosa zapoteca que resguardaba los “bultos sagrados” o quiña de los gobernantes de la nación zapoteca.

Foto: Conacyt

Mitla es una palabra formada por dos vocablos náhuatl: miqui que significa muerte y tlan, lugar. Su nombre en zapoteco es Lyobaa, cuya traducción es “lugar de tumbas”. En las crónicas españolas se establece una comparación entre Mitla y el Vaticano, apunta el director de la zona prehispánica bajo resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y agrega que el esplendor de esta ciudad se registró a partir de 1200 y hasta la llegada de los europeos.

A este sitio acudían los zapotecos de distintos pueblos de la Sierra Norte, Macuilxóchitl, Ocotlán y Zaachila, esta última ciudad concentró el poder político de esa nación tras la caída de Monte Albán, apunta Pacheco Arias.

Foto: Conacyt

El complejo también era visitado por el pueblo, debido a su importancia comercial y la existencia de un gran mercado, mientras que los gobernantes o coquis llegaban para consultar al “Huiatao” (el que lo ve todo) y que los españoles interpretaron en sus crónicas como “el sumo pontífice”, es decir, la cabeza religiosa zapoteca.

En la belleza de sus palacios adornados con mosaicos de grecas, habitaba el “Huiatao” y otros sacerdotes de menor jerarquía: “copa pitao”, “hueza yeche” y los aprendices o vigañas, todos ellos adoradores de Pitao Bezelao (dios de la muerte) y Xonaxi Quecuya (esposa de Pitao Bezelao y diosa de la muerte).

Foto: Conacyt

El antropólogo Leobardo Pacheco afirma que la importancia de Mitla se ve reflejada hasta la actualidad, puesto que conserva la grandeza arquitectónica que la convierte en única. Este pueblo tuvo un desarrollo previo de al menos ocho mil años, y su máxima expresión fue Lyobaa, explica el arqueólogo.

La religión mesoamericana contemplaba —contrario a la concepción cristiana— que la esencia de las personas llegaba al lugar en el que se encontraban las deidades o al inframundo, no por la manera en que habían vivido, sino por las circunstancias en que morían: los hombres que perecían en la guerra y las mujeres que fallecían al dar a luz iban directo con Pitao Copiycha, el dios solar, mientras que el resto, hacia el inframundo (gabila).

Foto: Conacyt

La tradición de honrar a los muertos persiste en la actualidad, con el uso de algunos simbolismos en la tradición culinaria, como los guajolotes —animales domésticos que eran utilizados desde la antigüedad para ritos ceremoniales— para preparar el mole que se ofrenda en los altares.

Para los zapotecos, el culto a los muertos fue tan importante que, inclusive, cuando la situación con los españoles se tornó violenta, extrajeron los bultos sagrados (quiña) de las tumbas de Mitla y los resguardaron en lo que en la actualidad se conoce como la “Cueva del diablo”, en inmediaciones de Mitla.

Foto: Conacyt

La historia de este centro ceremonial sagrado de los zapotecos fue registrada por los españoles, quienes en un intento por acabar con las creencias de este pueblo, construyeron sobre su palacio principal una iglesia, y no fue hasta el gobierno de Porfirio Díaz (hacia 1901), cuando el arqueólogo Leopoldo Batres realizó los primeros esfuerzos por explorar y conservar este sitio.

Pese a los intentos de acabar con el culto a la muerte por parte de los españoles, la celebración continúa hasta nuestros días y mantiene símbolos esenciales de la época prehispánica, generando pertenencia e identidad (Con información de la Agencia Informativa Conacyt y de Flor Hernández).

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