Existe oficio y amor por los personajes, de eso no hay duda. Ron Howard ha construido con este Han Solo: una historia de Star Wars, un relato de aventuras emocionante y visualmente imponente, un épica tejida de manera artesanal que encantará a los nostalgicos de antaño y a los neófitos que recien se acercan a la saga estelar creada por George Lucas en 1977.
Sin embargo, algo se antoja extraño, ajeno, sobre todo para aquellos que crecieron viendo la trilogía original de películas, donde Harrison Ford personificó al carismático bandido, cuya imagen fue reproducida hasta el cansancio en cómics, figuras de acción y otra parafernalia; si bien es cierto que Alden Ehrenreich cumple y encarna a un Han Solo más bien tibio, mucho le costará romper con las barreras cimentadas en la educación sentimental de los aficionados a la guerra de las galaxias, quienes durante 40 años vieron en el también interprete de Indiana Jones, un modelo a seguir que marcó sus vidas.
Por otra parte, Donald Glover intenta imprimir un protagonismo innecesario a Lando Calrissian, un personaje de soporte en la saga original y que aquí tampoco aporta gran cosa, salvo la anécdota en la cual se relata como llegó el Halcón Milenario a manos del contrabandista más famoso de la galaxia. Emilia Clarke, a quien se le dan bien los papeles con carácter, se queda ligeramente corta con su interpretación de Qi´Ra, no por falta de recursos actorales, sino porque le ha tocado rivalizar, de alguna forma, con el fantasma de la princesa Leia, cuya determinación, arrojo y arrogancia terminaron por conquistar el corazón de la versión adulta del intrépido Han.
Woody Harrelson se interpreta nuevamente a sí mismo, como lo ha venido haciendo ya desde hace algunos años, pero ahora dando vida a Beckett, el inescrupuloso mentor del joven Solo, quien definirá el rumbo que tomará el personaje en lo que promete convertirse en una franquicia dedicada al eterno compañero de Chewbacca, cuya aparición aquí es de agradecer, pues mantiene viva la impresión de que se está ante un producto vinculado con la infancia del espectador y no solo con un plan estratégico para exprimir la nostalgia y el apego.
Plagada de referencias que harán las delicias de los seguidores más acérrimos, pero también de personajes, incluido el villano encarnado por Paul Bettany, que no alcanzan a evolucionar y solo sirven como meros pretextos para el detonamiento de situaciones hasta cierto punto predecibles, Han Solo, es un filme entretenido que no quita, ni aporta nada al sobresaturado universo de una historia que debió culminar hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana.