El cuidado de los enfermos es una característica inherente al género humano, hoy en día no resulta extraño el desarrollo de estrategias para hacer más llevadero el proceso de cualquier padecimiento, sin embargo, de acuerdo con evidencias encontradas recientemente, el desarrollo de esta actividad pudiera ser resultado de la evolución de la estructura social en los homínidos.
Un estudio publicado por el International Journal of Science: Nature, ha sugerido que el cuidado de los enfermos fue consecuencia de una serie de especializaciones cognitivas socio-culturales atribuidas al género Homo.
El artículo de Sharon E. Keller, Tyler R. Bonell, Joanna M. Setchell y Colin A. Chapman, propone que la evolución de los cuidados en el linaje humano facilitó a nuestros ancestros la habilidad, sin precedentes, de modificar la progresión de enfermedades entre la población y tuvo implicaciones en el desarrollo de los patógenos y del sistema inmunológico, debido a la dramática transformación de los patrones de transmisión.
Lo anterior permitió también que los homínidos comenzaran a tejer una compleja red de cambios psicológicos con la cual se incrementó la empatía y la habilidad de comprender el estado mental de sus semejantes, así como un sentido de hiper-cooperación.
Investigaciones recientes muestran que este “paquete” de rasgos cognitivos, aunados al incremento del tamaño en el cerebro, permitieron a nuestros ancestros reconocer cuando otros individuos estaban enfermos y necesitaban cuidados.
Los investigadores también apuntan que la detección de los síntomas de la enfermedad y el procesamiento de la información social utilizan los mismos canales neuronales y de identificación de olores y rostros.
Cuando miramos el rostro de alguien o percibimos su aroma, obtenemos información sobre su identidad, sus emociones y motivaciones y simultáneamente obtenemos datos sobre la salud de una persona como cambios en la coloración de la piel o modificaciones en el tono de la voz que alertarían sobre alguna infección respiratoria.
De igual forma, el estudio menciona que la evolución de la organización social y la estructura de las redes de parentesco pudieron haber propiciado u obstaculizado el desarrollo de los cuidados en los enfermos.
Los autores apuntan que realizaron un experimento en el cual simularon el desarrollo de la prestación de cuidados para los enfermos en un sistema social conformado por grupos basales de primates en los cuales el único vínculo de cuidado se producía entre la madre y el bebé y se comparó con otros grupos que partían del altruismo recíproco entre individuos aleatorios y con grupos de cooperación entre parientes.
Los resultados mostraron que la crianza cooperativa entre parientes, en contraste con los otros sistemas sociales, facilitó la evolución de la prestación de cuidados en la especie humana, pero una vez establecida la atención afectiva, las redes de atención se habrían vuelto más flexibles, contribuyendo potencialmente a la diversidad de los sistemas sociales.
