Considerado el emperador Romano más cruel de la Historia, Cayo Julio César Augusto Germánico, conocido como Calígula, únicamente reinó durante 4 años, fue asesinado a los 29 años de edad a través de una compleja conspiración; no sin antes haber protagonizado innumerables y excéntricas leyendas.
Hijo de Germánico y Agripina la Mayor, Cayo Julio César recibió el apodo de “Calígula” de voz de un grupo de soldados, haciendo referencia a los pequeños zapatos que le ponía su madre tratando de emular el uniforme de los soldados; “caliga” significa pequeña botita.
Casi para cumplir 25 años, Caligula fue nombrado emperador, como sucesor de Tiberio. Sus biógrafos cuentan que festejó a lo largo de 3 meses, para lo cual mandó matar miles de animales. Durante su reinado, se hizo de decenas de construcciones, palacios, teatros, anfiteatros, circos; se cuenta que robó la armadura de Alejandro Magno, y que se mandó construir un palacio flotante.
La leyenda dicta que a pesar de que Calígula gustaba de presenciar ejecuciones humanas mientras comía, amaba y cuidada a los animales. Muestra de ello fue su caballo “Incitatus”, el cual recibió un nombramiento diplomático como cónsul, además le mandó construir un corral en mármol.
Apodado, también como “el loco” y “el monstruo”, a la luz de la ciencia moderna se ha tratado de encontrar una explicación médica a los actos que se relatan relacionados con su crueldad e impulsos sanguinarios, y algunos médicos han concluido que podría haber padecido epilepsia, encefalitis, hipertiroidismo, o simplemente pudo ser un psicópata.
Los cronistas de la época definieron a Calígula como un depravado (sobre todo por las relaciones incestuosas que al parecer sostenía con sus hermanas), un asesino y derrochador. Desde el punto de vista psicológico lo más probable es que efectivamente pudo ser psicópata.
En su libro “Vida de los doce césares”, Gayo Suetonio Tranquilo, historiador de la antigua Roma, deja en claro que Calígula no era capaz de experimentar ni remordimiento ni empatía ante el dolor humano. Al derrochar la riqueza real en caprichos, orgías y todo tipo de excesos, este emperador provocó una fuerte hambruna entre el pueblo.
Además, Calígula fue el primer emperador que se auto proclamó un dios, por lo que exigió a sus súbditos que lo adoraran, incluso mandó a hacer cientos de pequeñas estatuillas con su figura. Paseaba por los distintos poblados usando vestimentas de dios o semidios, uno de sus atuendos favoritos era el de Hércules.
A pesar de la fantasía o exageración que podría rondar en las narraciones respecto al mito que se generó al rededor del personaje de Calígula, cada vez más se concluye que sus actos (aun si hubiesen sido más sutiles) corresponden con una persona narcisista, egoísta, sin remordimientos ni empatía; es decir un psicópata.
