Luis Barragán ha sido el arquitecto más importante de México, el único mexicano en ganar un premio Pritzker. Sus obras han sido reconocidas incluso por la UNESCO.
Nacido en Guadalajara, Jalisco, Luis Barragán fue un arquitecto, ingeniero y urbanista, famoso por haber diseñado el plan de urbanización del Pedregal de San Ángel, las Torres de Satélite y la Casa Luis Barragán, la cual ha sido considerada por como Patrimonio Mundial por parte de la UNESCO.
Hijo de Juan José Barragán y Ángela Morfín, Luis Ramiro Barragán Morfín nació el 9 de marzo de 1902 en el seno de una familia católica de hacendados de Jalisco.
Después de estudiar ingeniería civil, y de manera paralela haber tomado cursos opcionales para o tener también las credenciales como arquitecto, Barragán realizó un viaje a Europa que trastocaría su manera de entender los espacios y la urbanización en general, siempre con una marcada influencia paisajista, sustentada por la integración de jardines.
Barragán inició su carrera remodelando residencias en territorio tapatío, lo que pronto lo llevaría a gozar de muy buena reputación. A su llegada a la Ciudad de México, trabajo en varios conceptos habitacionales que destacaron por su toque funcionalista.
Una fuerte energía creativa e innovadora llevó a Barragán a generar diseños propios a través de una inmobilaria fundada por el mismo, así generó el concepto de lo que hoy se conoce como Casa Luis Barragán, la cual fue distinguida en 2004 por la UNESCO como Patrimonio Mundial.
Actualmente la casa Luis Barragán es propiedad del Gobierno del Estado de Jalisco y funciona como Museo, albergando diversas exposiciones temporales de distintas disciplinas artísticas.
Otra de sus obras relevantes es el conjunto escultórico de las Torres de Satélite, las cuales fueron declaradas en el 2012 como Monumento Artístico. Estas torres fueron desarrolladas por Barragán y Matías Goeritz, retomando un estilo de torres medievales italianas en combinación con un estilo minimalista.
Luis Barragán afirmó que en su obra perseguía belleza, asombro, magia; así como serenidad; estas cualidades, muy evidentes en su obra, le llevarían a convertirse en el único mexicano reconocido con el premio Pritzker, el premio más importante en el mundo de la arquitectura.
Después de su fallecimiento, en 1988, los restos de Barragán permanecieron en la rotonda de los jaliscienses ilustres, hasta que en 2016 hubo una exhumación. Presuntamente autorizada por su familia, la artista Jill Magid extrajo una porción de las cenizas y las llevó a Nueva York para procesarlas.
Las cenizas fueron tratadas y tras su compresión se creó un diamante que fue montado en un anillo. Este hecho se ha rodeado de gran polémica, pues hay quienes lo consideran tétrico y otros más que lo visualizan como un mero homenaje.
