La adaptación a la pantalla grande del manga de Yukito Kishiro, GUNNM, es una puesta en escena arriesgada, sobre todo para su productor James Cameron, quien retoma a un personaje de culto de los años noventa para tratar de hacer frente a los superhéroes de las grandes franquicias.
Con una historia ubicada en un futuro distópico en el cual un conflicto armado, conocido como la caída, ha llevado a la humanidad a vivir en condiciones poco favorecedoras, Alita: Battle Angel, como se le conoce en Estados Unidos, se suma al reto de otras cintas, como Ghost in the shell, de trasladar la narrativa japonesa al mundo occidental, intentando respetar lo más posible, eso sí, el material original.
La cinta tiene aciertos importantes, un guion sólido que aunque por momentos pudiera parecer una teen movie, conserva un buen equilibrio con las secuencias de acción, el diseño de producción es impecable y las actuaciones cumplen su cometido sin mayores pretensiones.
Sin embargo, el desarrollo del conflicto, va soltando a cuenta gotas una serie de subtramas innecesarias, a partir de las cuales se vislumbra una evidente secuela que pudiera verse comprometida si la película no alcanza a recaudar lo suficiente en taquilla.
Queda claro que adaptar los 9 números de la serie original es una labor complicada, y es ahí donde filmes similares han perdido el rumbo, aún así los escritores, entre los cuales también se encuentra Cameron, cumplen muy bien al condensar el grueso de una obra que para un público novel pudiera resultar confusa y poco atractiva.
Tal vez en lo anterior puede radicar uno de los grandes problemas de esta “Última Guerrera”, pues aunque ha recibido muy buenos comentarios por parte de los aficionados a la saga y del creador del manga, el personaje, cuyo diseño apegado al de las viñetas ha resultado chocante para algunos espectadores, no cuenta con una popularidad avasalladora como la de sus competidores, sobre todo si tomamos en cuenta el próximo estreno de Capitana Marvel y Avengers: Endgame.
Por otro lado, la dirección de Robert Rodríguez, quien sabe elaborar excelentes escenas de acción, sobre todo aquellas llevadas a cabo en la arena de Motorball, no logra construir la empatía necesaria con el público, provocando que los momentos dramáticos del filme se sientan ajenos, sin emoción.
De cualquier forma Battle Angel: La última guerrera, es un espectáculo entretenido que debe disfrutarse sin esperar encontrar el hilo negro, pues su encanto radica en la construcción de un relato que busca sorprender visualmente y no en el discurso, tan recurrente en el cyberpunk, sobre las implicaciones de la tecnología en la vida del ser humano y los dilemas éticos que esto conlleva.