La cinta estrenada el pasado 17 de mayo en salas mexicanas plantea una premisa interesante: ¿Qué pasaría si un niño proveniente de otro planeta se estrellara en la tierra, pero en vez de convertirse en un héroe para la humanidad ocurriera todo lo contrario?
Brightburn: El Hijo de la Oscuridad, dirigida por David Yarovesky y producida por James Gunn, no tiene reparo en mostrarse como una copia al carbón de la adaptación a la pantalla grande del Hombre de Acero, realizada por Richard Donner en 1978. Sin embargo, lo que pudiera parecer en un principio como un plagio de mal gusto, termina por inaugurar un experimento que podría dar cabida a trabajos similares en un futuro muy próximo.
Brandon Breyer es el hijo “adoptivo” de una pareja de granjeros conformada por Tori (Elizabeth Banks) y Kyle (David Denman) que al llegar a la adolescencia descubre que posee una serie de súper poderes que despiertan en él la necesidad, inoculada de antemano por sus verdaderos padres extraterrestres, de conquistar el mundo mediante la completa aniquilación de la humanidad.
Plagada de referencias que encantarán a los fanáticos de Superman y también de varios clichés del género que no aportan nada novedoso, Brightburn cumple con su propósito, que no va más allá de hacer pasar un buen rato a los espectadores. Sin embargo, la película se siente floja por momentos y posee huecos argumentales demasiado evidentes, que buscan de manera forzada extender la trama hacia una posible secuela.
Aún así, a pesar de que resulta una ocurrencia que pierde el encanto muy rápido, vale la pena echarle una mirada si ya se está cansado del heroísmo lacrimógeno de Marvel y DC o si se quiere evitar a toda costa la presencia de detectives basados en Pokémon.
