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¿ A Dónde se han ido todos los vaqueros?

por Alejandro Herrera

Había una canción de Paula Cole, allá , en el lejano 1997, cuyo coro siempre dejaba en mi una ligera sensación de desconcierto. La interprete canadiense, cuyo video formaba parte de la programación de un MTV extinto hace mucho tiempo atrás, se preguntaba, supongo yo que por razones menos filosóficas que las mías, a dónde habían partido todos los vaqueros, los del cine clásico pues, los Jonh Wayne que cabalgaban hacia el atardecer tararaeando alguna canción campirana en búsqueda de una nueva aventura, de algún nuevo desafio.

Hoy me enteré de la repentina muerte de Chris Cornell, el otrora cantante de la bandas Soundgarden, Temple of the Dog y Audioslave y algo hizo implosión en mi, no porque yo haya sido acérrimo seguidor de la trayectoria del oriundo de Detroit, si no porque con él comienzan a desaparecer los últimos rastros (por lo menos los más exitosos) de aquel movimiento transgresor de los noventa conocido como grunge.

Cada vez que un personaje icónico del rock abandona este mundo, no puedo dejar de preguntarme si ha llegado el momento de dar por zanjado el asunto y cantar las últimas elegías a un género que desde hace algún rato ya, ha dejado de ser el estandarte de la rebeldía en las voces más jóvenes, habitantes de un planeta en el cual las cosas cambiaron de forma radical, en el cual los reclamos se hacen desde la comodidad de un Starbucks, a través de un IPhone y con hashtags que más que generar conciencia, son los catalizadores del tráfico al interior de plataformas desarrolladas para negocios y tendencias de consumo, jóvenes para los cuales son más importantes los derechos de sus mascotas que las de sus congéneres, jóvenes que buscan ser CEO, influencer, el bufón en turno, jóvenes para los cuales, como cantaba Neil Young en aquella Hey Hey, My My, ha dejado de ser importante arder antes que desvanecerse.

 

Tarde o temprano partirán también otros, Jagger, Richards, McCartney, Vedder, Dickinson, Osbourne, Iommi, Hetfield, Ulrich, Mustaine, Murphy, Fripp, Waters, Young, Gilmour y un largo etcétera, y quizá entonces, cuando nos percatemos de que todo el espectro musical suena a una extraña fusión entre reguetón y technopop urbano vegetariano colectivo (u otras etiquetas que se inventen con el devenir de los años) o peor aún, a baladitas cursis y lastímeras en la tradición de Mon Laferte y Café Tacuba (con ú porque la v que le pusieron es una franca estupidez) voltearemos la mirada y como Paula Cole nos preguntaremos a dónde se han ido nuestros héroes, nuestras canciones y nuestros vaqueros.

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1 Comentario

Israel. 19 mayo, 2017 - 2:29 am

Tsssssssss.. Que grueso Alex.
Comparto totalmente tu sentir y te agradezco el texto. Me conmovió. Saludos

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