Científico mexicano lidera el desarrollo de baterías biodegradables a base de papel para dispositivos portátiles de un solo uso.
CIUDAD DE MÉXICO.- El mexicano Juan Pablo Esquivel y su equipo de trabajo desarrollaron baterías biodegradables a base de papel para dispositivos portátiles de un solo uso. Esto fue en el Instituto de Microelectrónica en Barcelona, España y el proyecto y sido acreedor al Premio Cataluña de Ecodiseño 2017 por tratarse de una innovación ambientalmente sustentable.
Las baterías reciben el nombre de Power PAD (Power: Portable And Disposable) y es un concepto totalmente orgánico y biodegradable basado en los principios de sostenibilidad de la electrónica ecológica, ya que están compuestas de materiales orgánicos como celulosa, papel carbón, cera de abeja y especies redox orgánicas como las quinonas, las cuales representan un nuevo concepto de batería primaria.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el investigador del IMB-CNM y exbecario Conacyt, Juan Pablo Esquivel, explicó que su tamaño se aproxima al que puede tener una pila de botón de litio. Para su activación se puede añadir agua, orina o saliva, los cuales disuelven los reactivos que producen la energía necesaria para el funcionamiento del dispositivo electrónico y una vez agotada la energía, la batería puede eliminarse junto con los residuos orgánicos, o incluso desecharse en el suelo para su descomposición natural gracias a sus materiales exclusivamente biodegradables y a que no contiene metales, plásticos ni sustancias nocivas.
La batería genera energía cuando los electrolitos entran en contacto con la almohadilla absorbente y proporcionan potencia en el rango de miliwatts. Se han hecho versiones a 0.75 V, 1.5 V y 3.0 V, que son los voltajes típicos de pilas comerciales, por lo cual es capaz de sustituir una pila de botón de litio de 3 V en un dispositivo portátil para mediciones
Juan Pablo Esquivel mencionó que esta nueva clase de baterías de flujo capilar redox, portátiles y biodegradables es ideal para proporcionar energía a una nueva generación de dispositivos electrónicos ecológicos y que podría haber mayor exploración en su diseño, materiales estructurales y química redox.
Además del investigador mexicano como líder del proyecto, otros cuatro colegas se unieron al trabajo cuya titularidad de la patente corresponde a las instituciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Simon Fraser University (SFU). “De momento la patente no se comercializa, me gustaría avanzar más en diversos aspectos, como ampliar el catálogo de químicas disponibles y trabajar en la arquitectura del dispositivo usando biopolímeros biodegradables que permitan su producción en gran escala”, explicó.