El festejo de Año Nuevo tiene su origen en rituales babilonios dirigidos a deidades paganas.
De este festejo derivarían diversas costumbres, como las saturnalias de Roma, los ritos griegos en favor de Cronos, hasta llegar a nuestros días.
Para los antiguos cristianos, chocar las copas durante el brindis buscaba asustar a los demonios con su sonido.
Para muchos el festejo de Año Nuevo guarda un enorme significado, pues representa la oportunidad de re-comenzar y con esto la posibilidad de enmendar errores y proponerse nuevas metas o propósitos. También supone la oportunidad de reunirse en familia o entre amigos para celebrar juntos la vida misma. Pero ¿cuando surgió esta tradición?
Los antiguos babilonios llevaban a cabo, aproximadamente durante los últimos 10 días de marzo, una festividad llamada Zakmuk, en honor a las deidades Marduk y Bel-Merodach, durante la cual se llevaban a cabo procesiones, sacrificios y distintos tipos de rituales para atraer la prosperidad y la fertilidad de la tierra. De este festejo derivarían diversas costumbres, como las saturnalias de Roma (a favor de Saturno), los ritos griegos en favor de Cronos, etcétera.
En la antigua Roma fue Julio César quien instituyó por primera vez una celebración cíclica, que podría considerarse de Año Nuevo, en honor al dios pagano Janus (Dios de las puertas y el comienzo) de cuyo nombre derivaría posteriormente el mes de “enero” (january). Dicha celebración consistía en excesos de comida y bebida a lo largo de 10 días.
Generalmente estas celebraciones han solido establecerse en el marco del equinoccio, ya sea de primavera o de otoño, por lo que no todos han fechado el inicio del Año Nuevo para las mismas fechas. Los chinos, por ejemplo, celebraban su Año Nuevo entre enero y febrero, los judíos lo ubicaban en septiembre; los fenicios y persas en el otoño, etcétera.
Para la comunidad cristiana, fue el Papa Gregorio, quien con el calendario gregoriano, estableciera finalmente el inicio del Año Nuevo para el primero de enero.
Una interesante costumbre que marca la transición del año viejo al Año Nuevo es el brindis. Los antiguos romanos solían chocar sus copas a fin de que se derramasen y todos demostraran que estaban bebiendo del mismo líquido, en señal de que no habría traicionado y por tanto envenenamiento. De acuerdo con la tradición cristiana, se creía que al golpear las copas se generaba un sonido similar al sonido de las campanas, lo cual asustaba a los demonios.
Hoy día, como en muchas partes del mundo, las familias mexicanas suelen reunirse a cenar una gran variedad de platillos típicos, tales como pavo, bacalao, romeritos, y todo tipo de guisos de la gastronomía nacional. Durante las últimas campanadas del año viejo, las 12 uvas no pueden faltar, como símbolo de los deseos solicitados al año que llega.
Así mismo, para los mexicanos la llegada del Año Nuevo viene con las promesas de mejores tiempos venideros, por ello, además del brindis, realizan diversos rituales, tales como salir a correr cargando maletas, barrer las malas energías, colocar altares para la abundancia, o regalar figuras de borregos de distintos materiales para atraer la prosperidad.