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El jazz, más allá de toda frontera

por María Chamosa

Diversos géneros y ritmos han adoptado elementos del jazz, ampliando su esencia ya de por sí intercultural, al grado de que podemos hablar de un “jazz vikingo”, al que se conoce como el jazz que vino del frío.    

Considerado un arte inclusivo e irreverente, el jazz surgió entre las comunidades negras de Estados Unidos a finales del siglo XIX. Este género musical, difícil de definir según algunos autores debido a la complejidad de su naturaleza, encuentra sus raíces en la fusion de la música tradicional africana y algunos ritmos de origen europeo.

A pesar de que los estudiosos ubican el origen del género  entre los cantos de índole religiosa de los esclavos de campos algodoneros, el jazz  suele considerarse atrevido. En su traducción más literal, la palabra jazz puede ser traducida como frenesí, de ahí su fama sensual que le ha llevado en algunos momentos a ser catalogado como un ritmo sugestivo, y muy sexual.

También conocido como el arte de improvisar, el jazz se caracteriza por ser mayormente instrumental, a través de una alteración en el ritmo, recalcando una parte débil del compás, al mismo tiempo que se da continuidad a la parte vigorosa. Entre los principales instrumentos que utiliza el jazz destacan la batería, contrabajo, piano, saxofón, bajo y trompeta.

Existe una marcada influencia del jazz en varias bellas artes, sobre todo en la plástica y la arquitectura. Si bien se han diseñado espacios arquitectónicos con el propósito de proveer el ambiente propicio para disfrutar del género, también hay construcciones como el Jazzhouse & Theatre de Noruega, que tiene forma de piano.

Son numerosas las esculturas que muestran músicos interpretando jazz. En el ámbito pictórico, ciertos creadores han representado al jazz en sus obras, tal es el caso de Joan Miró, Matisse, Dalí y Picass, entre muchos más. Es común que se lleven a cabo espectáculos donde un artista plástico ejecuta sus obras al ritmo de alguna banda de jazz que le acompañe.

El séptimo arte no solo ha musicalizado sus historias con ritmos de jazz en inumerables ocasiones, basta recorder que de las primeras películas sonoras fue justamente “The jazz singer” (Alan Crosland, 1927).  Una película muy polémica en el mundo del jazz es “Whiplash” (Damien Chazelle, 2014) y aunque algunos músicos la han considerado lejana a la realidad, en definitiva cuenta con un sound track memorable  

Y qué decir del cuento “El perseguidor” de Julio Cortázar, breve relato sobre Johnny Carter, un saxofonista atrapado entre la locura y la cordura (que en realidad resulta ser un homenaje a Charlie Parker, uno de los  jazzistas más reconocidos, al cual admiraba Cortázar). El texto va avanzando mediante una prosa cadente, al grado que las palabras se enlazan unas a otras prácticamente a ritmo del jazz.

Más allá de los innumerables festivales de jazz que existen hoy día, de las múltiples obras plásticas inspiradas en su cadencia sonora, incluso de la arquitectura que ha inspirado; el jazz ha trascendido fronteras raciales, culturales, musicales y por supuesto territoriales. Diversos géneros y ritmos han adoptado elementos del jazz, ampliando su esencia ya de pos sí intercultural, al grado de que podemos hablar de un “jazz vikingo”, al que se conoce como el jazz que vino del frío.    

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