Hace unos días llegó a salas mexicanas El Complot Mongol, cinta basada en la novela escrita por Rafael Bernal en 1969, sin embargo, la vida del también guionista, poeta y dramaturgo va más allá de las andanzas de Filiberto García, personaje principal de la obra mencionada y cuyo éxito nubló su prolífica trayectoria.
Bernal nació en la Ciudad de México el 28 de junio de 1915 en Santa María la Ribera, bisnieto del historiador Joaquín García Icazbalceta y hermano del arqueólogo Ignacio Bernal, Rafael se sintió atraído desde temprana edad por las letras, pero fue hasta 1941, a los 26 años, que publica su primer trabajo: Federico Reyes el cristero, obra en la cual dejaba ver sus preocupaciones sobre la religión.
Posteriormente edita Improperio a Nueva York y otros poemas, la novela Memorias de Santiago Oxtotilpan, los cuentos de Trópico o de Su nombre era muerte, y la novela El fin de la esperanza. Más adelante, en 1946, incursionaría en la novela negra con los relatos Un muerto en la tumba, Tres novelas policiacas, La muerte poética y La muerte madrugadora.
Aquí el protagonista no es Filiberto García, sino Teódulo Batanes, personaje basado en el Padre Brown de Chesterton y cuyo nombre es una referencia a Leopoldo Batres, arqueólogo que, bajo las órdenes de Porfirio Díaz, se encargó de distintos proyectos que estuvieron siempre rodeados de polémica.
A pesar de haber abarcado todos los géneros literarios, el trabajo de Rafael Bernal no ha obtenido el reconocimiento que se merece, uno de los motivos podría ser, de acuerdo con un artículo publicado por La Jornada en 2011, la estigmatización del autor debido a una serie de acontecimientos relacionados con su postura política.
El 19 de diciembre de 1948, militantes de la Unión Nacional Sinarquista, movimiento nacionalista, católico y anticomunista, colocaron una tela negra sobre la estatua de Benito Juárez en la Alameda Central, entre los detenidos, acusado de perpetrar el “ultraje”, se encontraba el escritor, quien negó categóricamente los cargos en su contra.
Otro de los factores que influyeron en la escasa difusión de la obra de Bernal pudo deberse a la insistencia de este en publicar con editoriales pequeñas como Jus, donde aparecieron la mayoría de sus textos y cuya fuerte carga ideológica limitó la llegada de estos a los lectores.
A Bernal le gustaba viajar, en 1939 se establece en París para estudiar cinematografía donde tiene la oportunidad de desempeñarse como corresponsal para los periódicos Excelsior y Novedades durante los comienzos de la Segunda Guerra Mundial, después pasa una temporada en Hollywood trabajando como guionista y regresa vivir a México por casi 15 años.
Después se va a Caracas, a Honduras, Filipinas, Japón, Hong Kong, Lima y por último a Berna, Suiza, donde permanece hasta su muerte en 1972. Maestro, doctorado en letras por la Universidad de Friburgo y diplomático, Rafael Bernal deja un vasto legado que por haber estado alejado de los círculos literarios de la época posee una actualidad interesante. Su obra cumbre, El Complot Mongol, inauguró indiscutiblemente el género policiaco en México.