Norma Jean Baker, mejor conocida como Marilyn Monroe, ha sido considerada la máxima exponente del glamour y la sensualidad hollywoodense. De origen humilde, hija de Gladys Monroe y de un panadero ambulante, Norma nació el 27 de mayo de 1902.
Monroe, dueña de una imagen de inocente seducción, fue acusada por sus amantes de ser una ordinaria, además de depresiva. Mientras miles de hombres en todo el mundo morían por tocarla, por mirarla de cerca, los que la tuvieron cerca no titubearon en pretender transformarla, ella misma se quejó: “Los hombres se enamoran de mí tal como soy y luego quieren cambiarme”.
Y es que se enamoraban no de Norma, sino de Marilyn, del personaje, del símbolo sexual, de la mujer que jugaba a ser seductora y segura; no de Norma, la humana, la depresiva, la que aseguraba que siempre le tocaba la peor cara de la vida; de ahí que entre las frases que se le atribuyen destaca: “del caramelo, siempre me toca el palito”.
Marily Monroe murió el 5 de agosto de 1962 en circunstancias que hasta la fecha no han sido esclarecidas del todo; la versión oficial apuntaba al suicidio. A 57 años de su desaparición física, Marilyn Monroe sigue vigente entre el público, vive a través de quienes coleccionan sus fotos, fetiches y miran sus películas.
El mito muestra una mujer de amplia sonrisa, con un vestido vaporoso que deja en libertad un par de piernas imperturbables, su realidad, la que tenía que esconder, encarnaba a una mujer atormentada, siempre en el centro de fracasos amorosos, abortos y estupefacientes.
En 2013, el FBI dio a conocer una serie de documentos en los cuales se podían apreciar algunos informes incompletos donde se hace referencia al interés del buró en la amistad de la actriz con ciertos objetivos como Frederick Vanderbilt Field, exiliado en México, por sus ideas de izquierda, en la década de los 60.
Vanderbilt, perteneciente al linaje de la distinguida familia estadounidense, cuyo patriarca amasó una considerable fortuna gracias a la industria naviera y ferrocarrilera, recibió a Monroe en su casa de Cuernavaca cuando la rubia celebridad visitó el país para comprar muebles.
En su autobiografía, publicada en 1983, el mismo Frederick menciona que Marilyn “habló sobre todo de ella misma” e hizo referencia a su apoyo a los derechos civiles, su admiración por China y su odio a J. Edgar Hoover, proveniente quizá de la fuerte persecución de este último sobre Henry Miller, con quien Monroe estuvo casada a finales de los 50.