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México y sus eclipses

por Redacción

Desde la antigüedad, existen diversos registros de los eclipses en México, pero el que se vivió prácticamente en todo el territorio nacional el 11 de julio de 1991 se cuenta a parte. 

El término eclipse proviene del griego (ekleipsis) cuyo significado es desaparecer. Se trata de fenómenos de tipo astronómico cuya periodicidad es variable, y que se logran observar cuando un cuerpo celeste pasa frente al otro, ocasionando su ocultamiento temporal. Se puede decir, entonces, que un eclipse es una sombra

Debido a que ocurren eventualmente, y en algunos casos resultan muy atractivos, o incluso sobrecogedores, desde tiempos ancestrales los eclipses siempre han fascinado a los mexicanos. En la antigüedad se les llegó considerar como sucesos más allá de la comprensión, incluso se pensaba que tenían causas y consecuencias sobrenaturales.

En el México antiguo se hablaba del Sol comido (Tonatiuh cualo) o mordida del sol. Se han podido observar registros antiguos de fenómenos eclípticos en códices prehispánicos. Según algunos historiadores Fray Bernardino de Sahagún, los antiguos pobladores consideraban que si una mujer preñada veía al Sol o a la Luna durante un eclipse, el bebé nacería con deformaciones. 

Entre los eclipses más famosos de la historia contemporánea en Mexico, resaltan los eclipses parciales de Sol de septiembre de 1960, el de julio de 1963, un eclipse anular en 1969; el eclipse total de Sol que se vivió en el Itsmo de Tehuantepec en 1970, el de octubre de 1977 que se pudo ver en algunos puntos de México, Norteamérica y Europa, y los anulares de 1980 y 1984. El eclipse del 11 de julio de 1991 se cuenta a parte.

Según Julieta Fierro, Jesús Galindo y Diniel Flores, autores del libro “Eclipse total de Sol en México, 1991, el eclipse que ese año se vivió en México, contó con varias características que lo definieron como “único en el milenio” y que no se volverá a ver algo similar al menos en varios siglos.

Con una duración considerada relativamente larga: aproximadamente 7 minutos cerca del medio día,  el fenómeno astrológico sucedido el 11 de julio de 1991, fue un eclipse total que cubrió la mayoría del territorio de la República Mexicana, provocando además diversos fenómenos como la baja brusca de temperaturas durante su presencia. 

Ese día el fenómeno comenzó su andanza en el Océano Pacífico, pasando por Hawái , México y bajando hacia el Sur del Continente. Las aves entonaron sus cantos vespertinos y se retiraron a dormir, se reportó que incluso los animales de los zoológicos se guardaron; eso sin contar que muchas actividades se paralizaron. 

Tanto fue el impacto de este eclipse total de Sol, que incluso hubo una “Comisión Intersecretarial para el Eclipse de 1991”; con el propósito de mantener informada a la población sobre los riesgos de ver directamente el fenómeno, incluso hubo una repartición de filtros especiales. A pesar de la campaña, finalmente hubo reportes de unas 20 personas con retinitis solar. 

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